CAíN Y LA ViRGEN ROTA

PRIMERA PARTE

 

UNO

QUiNCE MiNUTOS

“Como un papel que contiene

cuatro palabras y un adiós,

como el mismo rostro ese

marchitando el dolor…”

 

Una habitación de triplay y piedra. Dos paredes de sillar y dos tapias forman la pieza. Dos cuerpos enlazados, perlados de sudor de  ternura y acompañados por el ritmo de los jadeos. La atmósfera “Títulos de Entrada de Blade Runner”… el cazador de réplicas.

 

¿Qué hora es?

¿Ya te tienes que ir?

Bueno, eso depende ¿qué hora es?

¿A qué hora te tienes que ir?

 

Aragón, molesto, se incorpora ligeramente sobre ella.

Ella, negros los cabellos. Ojos de profundidad abismal que saben como calmarlo.

 

¡Qué ojos hermosos!, susurra.

 

Suavemente Oria hace un puchero y se refugia debajo de él.

 

Quédate, susurra también.

 

El sortilegio casi cumple su efecto. Aragón desciende y la besa en los labios, mientras siente los suaves brazos enroscarse cual sierpes alrededor de su cuello, y entonces, en lo mejor, la presión que ejercen cede ligeramente pero no como para que no se perciba.

Oria manipula su reloj pulsera tras la nuca de él.

Voltea violento.

 

¡Odio que me engañes!

Sólo le doy cuerda, se excusa.

 

Se levanta y empieza a vestirse sumamente molesto.

 

Quédate, no te enojes, clama desde el lecho mientras él la mira sin detenerse. ¡Háblame!, pide Oria.

Odio que me mientas.

Lo siento. Lo atrasaba sólo quince minutos, sólo quería que te quedes quince minutos más.

 

Lágrimas bajan por su rostro

Más compresivo, pero con la furia aún contenida, se sienta en el borde de la cama. Cubre la hermosa desnudez con la cobija. La ve detenidamente a los ojos. A veces no la soporta. Quiere matarla. Besarla, amarla y volverla a matar. La ve a los ojos. La ha esperado toda la vida. Toda la vida. Merece que la maten. Sólo es amor.

Continúa vistiéndose y cuando empieza a atarse los cordones de las zapatillas, termina la música con el salto del botón de reproducción del grabador portátil.

 

¿Quieres que te lo deje?, alcanzándole el casete.

No hagas bulla por favor. Mis hermanos pueden despertar.

¿Quieres que te lo deje?, insiste en tono más bajo.

Lo siento, no quise engañarte, gime ella.

Ya, ok. Descuida, pero igual debo irme. Mañana tengo trabajo.

¿En domingo?

Ya hemos hablado de eso. Hay mucho pendiente.

Lo siento. Eran sólo quince minutos.

Una vez más. ¿Quieres que te deje la cinta y el estéreo?

Bueno, ¿puedes voltear el casete?

 

Termina de atarse las zapatillas, se estira y a tientas busca el grabador. Lo encuentra, voltea el casete y presiona PLAY.

Curioso. Vangelis. El tema de Amor de Balde Runner. Se queda pensando.

 

¿Qué? ¿Te quedas un rato?

No.

 

Se levanta y se pone el cortaviento sin dejar de verla.

Ella se esconde tras esos enormes ojos. Él se inclina sobre ella, le da un beso en la frente.

Las femeninas manos rápidas, aprisionan el rostro de Aragón. Lo besa en los labios mientras llora en silencio. Cuando se separan murmura: ”Sólo eran quince minutos más”.

Aragón sale en puntas, despacio, procurando no tropezar con nada ni hacer ruido. Ve su reloj. 11:45. ¡Qué se va a tropezar! Conoce de memoria el sitio de todo. Sale a la humilde estancia. El ruido encima de su cabeza, en el altillo, le hace presumir que Doris se asoma a espiarle. Se hace el loco y le da PLAY al Walkman.

“…marchitando el dolor / está puesto en el mantel / labios / que jamás olvidaré / servilletas marcadas, no lo imaginé / y acá estoy…”

Abre el pesado portón de madera y la luz anaranjada del magnesio del poste le golpea en los ojos. Tiene que pestañear hasta acostumbrarse a la luz. Jala con fuerza el portón, que suele trabarse, y se adentra en el frío de la noche.

“…pensando en el ayer…”

‘Sólo quince minutos’ piensa mientras empieza a subir la calle de antiguos empedrados. La Cuesta de San Pedro.

‘Sólo quince minutos’, y sonríe. ‘¿Y ese olor?’ ante el vaho repugnante que llegaba hasta su nariz.

Cuatro Palabras

D                                      G                         e

No sé cuántas veces más, a partir de hoy

                                               D                            A D

estamos pensando que hacer para cubrir la piel                                                                                      G                                e

Y entre tantas cosas que hoy, vemos al atardecer

             D                        A

Puedo ver un rostro de esos que se hacen de papel

 

F#     b

No, no es una imagen para hacer

F#    b

No, nunca supe si es bien

G                                            D                 A

Y tal vez mañana pueda ser que ya estés

 

 

D                                          G                                            e

Como un papel que contiene cuatro palabras y un adiós

                                            D                                A F#

Como el mismo rostro ese marchitando el dolor

 

     b

… está puesto en le mantel

F#                 b

labios que jamás olvidaré

G                                                          D                   A

Servilletas marcadas, no lo imaginé, y acá estoy

F#                         b

Pensándolo otra vez

F#

Pensado en el ayer

    b

Pensándolo…